En el adulto mayor el cuidado de la piel es uno de los temas más frecuentes o que pueden generar más preguntas que no siempre tienen una única respuesta, pues depende en gran medida de las características puntuales de cada paciente. Quédate para conocer todo lo que debes saber de la piel y el cuidado del paciente.
Primero, entendamos que no es un secreto que las lesiones por presión son las que más afecta la piel del adulto mayor, pero no podemos empezar a hablar de ellas sin antes conocer las características de la piel; cuáles son sus capas, cómo cambia con los años y los cuidados ideales para evitar las lesiones por presión u otras enfermedades propensas con la edad.
¿Cuáles son los beneficios de una piel sana?
Es claro que una piel sana, es estéticamente agradable a la vista y al tacto, por lo general es suave y firme, con un color uniforme, sin presencia de resequedades, se ve tonificada y no tiene imperfecciones; esto hace que contemos con varios beneficios, entre ellos el de tener una barrera contra microorganismos externos patógenos, mantener la temperatura corporal y ayudar a relacionarse con otras personas.
¿Qué características debe tener una piel sana en nuestro paciente?
Es necesario tener en cuenta que hay diferentes tipos de piel (normal, seca, mixta, sensible) y que cuando el paciente está en cama muchas de sus propiedades se pierden, pero hay ciertas características que pueden ser útiles para revisar en todo momento.
Tono uniforme: Si el paciente está sano, la piel no debe presentar decoloraciones, manchas ni despigmentaciones, sin embargo, muchos factores como el envejecimiento hacen que estas condiciones cambien, lo que hace que se modifique hasta el color de la piel, sin llegar a ser un problema más allá de lo estético.
Textura: Si nuestro paciente no tiene ninguna alteración debería presentar una piel suave y lisa al tacto, no debería tener zonas escamosas, ásperas, resecas o irregulares, aunque esto puede variar con la edad no debería ser tan severo dicho cambio.
Firmeza al tacto: En los pacientes sin complicaciones lo normal es tener una piel con textura compacta, lisa y suave, pero sólida, no se arruga ni se extiende. Cuando el paciente tiene, por ejemplo problemas de alimentación, se pierde la estructura y se afecta la firmeza.
Exceso de grasa: Es normal que nuestra piel produzca aceites naturales para brindar protección, pero lo que no es normal es que sea en cantidades excesivas, ya que se puede presentar acumulación de bacterias y células muertas, favoreciendo a las infecciones.
Humectación: Si la piel luce reseca o con una apariencia y textura escamosas, significa que no está sana y que falta humedad. Es importante mantener la hidratación para evitar ese aspecto de resquebrajamiento.
¿Cómo cambia la piel con los años?
Sin importar la edad, nuestra piel está cambiando de forma continua. Lo más probable es que el aspecto que tienes a los 25 se vea muy diferente 10, 20 o hasta 30 años después; vamos a ver los diferentes cambios que se dan a lo largo del tiempo:
De los 20 a los 30 años: Se dan varios cambios, entre ellos los rayos UV empiezan a hacer efecto en la piel. Si no utilizaste protector solar cuando estabas más joven, ese daño comenzará a mostrarse a la edad de los veinte años; esto lleva a que se presenten pecas o incluso las primeras manchas solares pueden comenzar a aparecer o volverse más pronunciadas.
De los 30 a los 40 años: Los cambios hormonales en el cuerpo también pueden desencadenar en brotes. Las mujeres pueden experimentar acné hormonal por primera vez en sus vidas, empeorando justo antes de la menstruación o la ovulación con acné quístico. Los cambios en la distribución de la grasa en la cara también provocan modificaciones en la tez.
De los 40 a los 50: Todos los cambios en la piel que comenzaron hace décadas, como la pigmentación, el daño solar, la producción más lenta de colágeno y las líneas de expresión y arrugas, continúan acelerándose. Se puede observar el impacto del envejecimiento en cambios de pigmentación más persistentes y arrugas más profundas. Los cambios de textura, como el adelgazamiento de la piel, pueden volverse más notorios. A medida que nuestra piel se adelgaza, las arrugas leves pueden volverse más visibles y la visibilidad de los vasos sanguíneos alrededor de los ojos, los labios o la nariz, puede aumentar.
De los 50 a los 60: Durante esta década, en el caso de las mujeres habrá una caída en los niveles de estrógeno. A medida que éste disminuye, la piel se vuelve más seca y menos tersa. Los estrógenos afectan directamente la capa de colágeno de la piel, por lo que, si hay menos estrógeno, hay menos colágeno. En este momento es cuando el daño solar se convierte en un verdadero problema, pues pueden aparecer manchas solares, queratosis seborreica, lesiones cutáneas precancerosas e incluso cáncer de piel.
De los 60 en adelante: Durante los sesenta los cambios en la piel tienden a acelerarse rápidamente y pueden volverse más notables en el proceso. Por eso si tenemos pacientes encamados es más fácil que la piel se rompa. Las arrugas de la piel se aceleran, y las venas visibles, especialmente en las áreas como el dorso de las manos, se vuelven más prominentes.
¿Cuáles son las enfermedades más comunes en la piel del paciente?
A lo largo de la vida se pueden presentar muchas enfermedades en la piel, en esta parte haremos hincapié en las principales enfermedades de la piel en el adulto mayor:
Asteatosis: Es una afección que tiene como síntomas a una piel seca, áspera y escamosa.
Lesiones por presión: Son lesiones que sufren personas que están postradas o sufren largas internaciones. Más adelante puntualizaremos sobre estas.
Fotoenvejecimiento de la piel: La exposición al sol durante la vida de la persona produce manchas, arrugas y piel muy seca como los principales síntomas del fotoenvejecimiento.
Dermatitis y úlceras hipostáticas: Se produce alteraciones en la piel debido a la acumulación de sangre en las venas. Se engrosa la piel y se oscurece el color de la dermis en las piernas.
Micosis cutáneas: Debido a que el sistema inmunológico de los ancianos es más débil son más propensos a sufrir de hongos en la piel.
Púrpura senil: Es una patología cutánea común en los adultos mayores que se produce por un adelgazamiento de la piel y produce manchas rojas o violáceas.
Queratosis o verruga seborreica: Son protuberancias que pueden aparecer en la cara, espalda o pecho y son similares a las verrugas.
¿Qué condiciones pueden generar enfermedades en la piel del paciente?
Son muchas las condiciones y factores que pueden producir enfermedades en el paciente. Conozcamos algunas:
Bacterias: Los estafilococos y estreptococos del grupo A generan un amplio número de manifestaciones cutáneas, tales como el impétigo, celulitis y el síndrome de la escaldadura estafilocócica.
Virus: El molusco contagioso, las verrugas por distintos tipos de virus del herpes simple y la varicela, son ejemplos frecuentes de virus predominantes en todo el mundo.
Hongos: Un gran número de hongos son capaces de afectar a la piel de distintas partes del cuerpo y sus respectivos anexos (pelo y/o uña). Se categorizan en Trichophyton, Epidermophyton, y Microsporum depende de la estructura que afecten.
Parásitos: El ejemplo más común de un ectoparásito causante de lesiones en la piel e intenso picor durante la noche es la escabiosis o sarna, causada por el ácaro Sarcoptes scabiei.
Sistema inmune débil: Las personas inmunodeficientes por el VIH pueden padecer de un gran número de afecciones cutáneas a lo largo del desarrollo de la enfermedad, especialmente si no se encuentran bajo tratamiento.
Factores hereditarios: Se ha hipotetizado que el origen de la alopecia y sus distintos tipos (androgénica o areata), puede involucrar distintos factores ambientales y genéticos. El riesgo de desarrollar calvicie aumenta si algún familiar muy cercano (padres o hermanos) también la padecen.
Estrés y ansiedad: Se cree que el estrés (o cualquier factor estresante) son factores psicosociales que aumentan el riesgo a sufrir ciertas afecciones de la piel, como la alopecia.
Ahora hablemos en detalle de qué son las úlceras por presión y cómo prevenirlas
Las úlceras por presión son lesiones que se producen en la piel debido a la compresión continua o prolongada contra una superficie externa como la cama o una silla. Ello ocasiona que los vasos sanguíneos dejen de llevar aporte sanguíneo (oxígeno y nutrientes) a la zona comprometida y se produce la muerte de los tejidos.
Generalmente las úlceras se producen en las prominencias óseas: codos, talones, caderas, tobillos, hombros, espalda y parte posterior de la cabeza.
Se estima que al menos el 95 % de los casos de úlceras por presión, son evitables. Pero cuando se producen, generan gran impacto en la mortalidad, costos sanitarios y calidad de vida del paciente.
Estadios de las úlceras por presión:
Estadio 1: Piel intacta, cambio de coloración o enrojecimiento. Indica que es una zona que ha estado en presión continua.
Estadio 2: Úlcera o abrasión superficial que compromete Epidemis y Dermis.
Estadio 3: Úlcera que es visible hasta el tejido celular subcutáneo o grasa.
Estadio 4: Pérdida total del grosor de la piel, destrucción extensa, necrosis del tejido o lesión en músculo, hueso o estructura de sostén.
Medidas para prevenir su aparición:
El peso debe distribuirse de manera uniforme en toda la superficie (colchón, sofá, etc.).
Las almohadas son de gran ayuda para realizar los cambios posturales y evitar el contacto directo de las prominencias óseas entre sí.
Los colchones antiescaras, almohadas, protectores de talones y codos, entre otros, son de gran ayuda, sin embargo, no sustituyen los cambios posturales.
Es importante revisar la piel todos los días. Se deben evitar pliegues o arrugas de la ropa de cama (sábana) y del pijama.
Mantener la piel limpia y seca. No exfoliar la piel ni frotarla de forma muy vigorosa. Secar la piel con suaves toques.
Limpiar la orina, heces, sudor o supuración de manera pronta.
Usar jabones que no irriten la piel. Limpiar con agua tibia y evitar usar alcohol sobre la piel.
¿Cómo cuidar la piel del paciente?
Para evitar problemas musculares y óseos podemos aplicar los siguientes cuidados:
Propiciar el alivio de la presión y el rozamiento: Reposicionar y movilizar con frecuencia al paciente para cambiar su posición corporal y mover también las mantas que lo cubren. Lo recomendable es hacerlo cada 2 o 3 horas.
Utilizar una técnica adecuada: En caso de cambiar la posición de un paciente, se recomienda hacerlo de manera suave y delicada, nunca arrastrándolo porque puede provocar fricción y producir más lesiones.
Procurar contar con la ayuda y recursos necesarios: Es importante utilizar colchones adecuados y equipos que reduzcan la presión en zonas específicas.
Aprender los principios básicos: Higiene, limpieza, tonificación, humectación, nutrición y protección.
Contar con productos de cuidado para diferentes momentos del día: Existen cremas aptas para fortalecer la piel en cada momento del día y así mantener la piel humectada y bien nutrida.
Cambiar la ropa de cama con frecuencia: Controlar que las sábanas y mantas estén secas, limpias y, sobre todo, sin arrugas.
Mantener al paciente hidratado: Beber al menos 1,5 litros de agua al día le dará fuerza y tonicidad a su dermis, evitando la aparición de lesiones.
Recuerda que las lesiones en la piel son 95% prevenibles, solo tenemos que estar atentos al tiempo que llevan en una misma postura y movilizarlos con frecuencia.
Con esta información nos queda más que claro que la piel, según el tipo de paciente, puede variar, pero en todos los casos existen unas recomendaciones puntuales que puedes seguir para cuidar y brindar calidad de vida al adulto mayor. Déjame tus comentarios o inquietudes frente al tema y nos leemos en próximos artículos.
Escrito por Juan Carlos Restrepo
No olvides que, como bien lo explicó el doctor Juan Carlos Restrepo, el uso de productos especializados en la piel del paciente es fundamental a la hora de prevenir lesiones por presión u otro tipo de afecciones en el órgano más grande del cuerpo. Te recomendamos productos como nuestro Protector de cama TENA y las Toallas húmedas 3 en 1 ProSkin, para cuidar especialmente la piel del paciente.
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